Para conocer el origen de esta creencia nos debemos remontar a la Grecia clásica. En esta época se creía que si el retrato de una persona poderosa, como un monarca, o célebre caía al suelo significaba que iba a morir en poco tiempo. Así, la cuerda que sujetaba el cuadro a la pared había sido cortada por un ente sobrenatural que anunciaba la desgracia de quien aparecía en el mismo.
Hoy en día esta superstición sigue vigente en nuestra cultura, ya que un cuadro se cae, es un signo de mala suerte y si es un retrato pintado o una fotografía de una persona, ésta persona se encuentra en peligro de morir a los pocos días de que se haya caído el cuadro de forma repentina. Si se da el caso de que un familiar muera y se tiene colgado un retrato de esa persona en casa, deberemos cubrirlo con un pañuelo o un trapo para evitar que su alma se quede en nuestro hogar sin poder pasar al más allá y encontrar la paz.
También se creía que traía mala suerte tener un cuadro sobre el cabecero de la cama o encima de una puerta, cosa que no es de extrañar porque si el cuadro en cuestión se cae, puede causar daño a la persona que se encuentra debajo. Sería un ejemplo de cómo una conducta totalmente lógica adquirió un significado sobrenatural.
Los cuadros torcidos que no caen
Otra creencia relativa a los cuadros, parecida a la de la muerte anunciada por su caída, es lo que ocurre si están torcidos. Se dice que si en una casa se tuerce un cuadro anuncia que alguien se va a casar, y si la persona que lo endereza está soltera, pronto contraerá matrimonio. Sin embargo, si el cuadro contiene el retrato de una persona, es probable que esta caiga enferma, pero si no cae no morirá.
Rusia es el país donde más respeto impone esta costumbre, aunque está extendida por otros países de Europa. En España no es tan popular como otras supersticiones, como la de pasar por debajo de una escalera, abrir un paraguas en casa o el número 13, pero sí que hay hogares donde se tiene temor a que el cuadro de un ser querido caiga al suelo.