El I Ching o, traducido al castellano 'Libro de las mutaciones o de los cambios', es uno de los textos chinos más antiguos que, además, sigue gozando de gran importancia hoy en día en el día a día de la sociedad china. Este oráculo está fechado alrededor del años 1.200 a.C. y se enmarca dentro de los Cinco Clásicos confucianos. En el mundo occidental se considera que parte del esfuerzo humano se encamina a combatir o restringir la posibilidad de peligro que implica todo cambio. Para la mentalidad china, en cambio, cualquier momento que se tome como punto de observación es, en sí mismo, resultante de toda una cadena causal que abarca hasta los detalles más mínimos del devenir anterior.
Se utiliza para ayudar a quien lo consulta a describir su situación presente y, aparte, a predecir la suerte de su futuro diciéndole la forma de solucionarlo. No se limita a pronosticar sólo, nos revela el porqué de las cosas y lo que se puede hacer al respecto.
Este tipo de oráculo utiliza fundamentalmente las imágenes. Algunas están asociadas con la antigua mitología china, otras con la poesía, las instituciones sociales y religiosas, incluso con arquetipos o momentos históricos específicos.
Para consultarlo no es necesario nada más que sentido común para poder entender las respuestas. No te da soluciones que requieran interpretaciones particulares ni conocimientos previos a la consulta.
No encara directamente el problema de realizar o no determinadas acciones, sino el cómo, la manera apropiada de realizarlas. Por otro lado, no ofrece pruebas ni resultados, simplemente se abre a quien desea consultarlo.
Constituía y constituya una parte esencial de la vida diaria china. Sus símbolos y sentencias son utilizados como adornos dentro de las casas.
Historia del I Ching
La antigüedad de este oráculo puede ser fechada entre los años 1.000 y 2.000 a.C. La tradición dice que es unos d ellos más antiguos libros de adivinación, por lo que se piensa que deriva de otros escritos adivinatorios que pueden estar situados hacia el año 5.000 a.C.
Está compuesto por textos que tienen como fuente al emperador Fu-Hi, al rey Wen, su hijo, el duque de Zhou y a Confucio y sus discípulos. Fu-Hi aportó los ocho trigramas y la consulta del oráculo por medio de las ramas de aquilea. Wen introdujo los 64 hexagramas, su nombre y su significado. Lo plasmó en un libro que escribió durante su cautiverio. Cuando murió, su hijo, el duque de Zhou, continuó el trabajo de su padre definiendo cada uno de las líneas de los hexagramas a través del concepto de relación entre los opuestos y acción-reacción.
Confucio le dio un toque filosófico a 'El libro de las mutaciones' con su obra 'Las Diez Alas'. En ella recoge un conjunto de comentarios resultantes del estudio que hizo del I Ching. Tienen gran importancia más que por el texto, por la importancia y el peso que tiene este filósofo en la sociedad china.
También hubo aportaciones de hechiceros y de la escuela del yin-yang. Éstas finalmente fueron descartadas porque se quería conservar la pureza arcaica de 'El libro de los cambios'.
Este oráculo que nos adivina la suerte que vamos a correr, fue exportado a occidente en el siglo XIX con la traducción de Charles de Harlez. Previamente hubo otras, pero se distanciaban bastante del significado que la obra quiere transmitir a todo aquel que la consulta buscando una respuesta. Uno de los mayores especialistas occidentales en el I Ching fue el misionero y sinólogo alemán Richard Wilhelm, quien publicó una versión del libro en 1923. La versión de Wilhelm divide el libro en tres grandes secciones. En la primera se encuentran los textos más antiguos relacionados con este oráculo. La segunda y la tercera parte están reservadas a Confucio y a su obra 'Las diez alas' y a los comentarios al respecto vertidos por sus discípulos. Esta adaptación tuvo una mayor difusión ya que del alemán fue traducida al inglés en 1949 y al italiano un año después.
Cómo funciona el I Ching
A la hora de interpretar nuestra suerte en el oráculo, sólo interesa la lectura de las líneas 6 y 9, ya que están dotadas de un significado independiente.
Para la consulta pueden emplearse varillas o monedas, siempre acompañadas de una tranquilidad y una apertura de mente que deje a un lado cualquier tipo de tapujo o prejuicio.
En el primer método se utilizan 50 varillas de aquilea que pueden importarse de China o sino, en su defecto utilizar cualquier tipo, aunque suelen emplearse fósforos.
En primer lugar hay que apartar una carilla y repartir las 49 restantes en dos montones al azar que se ubican uno a la derecha y otro a la izquierda. Una vez hecho esto, se saca una vara del montón de la derecha y se coloca entre el dedo meñique y anular de la mano izquierda. Después, del montón izquierdo van eliminándose varas de cuatro en cuatro hasta que queden cuatro o menos. Una vez pase esto, las varas restantes se colocan entre los dedos anular y corazón de la mano izquierda. Después, se realiza la misma acción con el montón de la derecha y cuando quedan cuatro o menos, estas varas se colocan entre el dedo medio y el índice de la misma mano izquierda.
La suma de varitas sujetas entre los dedos de la mano izquierda dará necesariamente 9 o 5. Debe desecharse la vara colocada entre el meñique y el anular; se obtiene así un número 8 o 4. El cuatro se considera como una unidad numérica completa y se le asigna y anota valor de 3. El ocho se considera como una doble unidad y se anotan 2. Por lo tanto, si en la primera vez la suma de varillas dio 9, se anotará un dos, si dio 5, un 3. Las varillas colocadas en la mano se apartan.
Las restantes que habían sido separadas de cuatro en cuatro, se juntan para nuevamente dividirlas en dos montones y repetir de nuevo la operación. Esta vez se incluye la primera varilla que se sujeta entre el meñique y el anular. Vuelve a repetirse una vez más y obtendremos un tercer valor 2 o 3 para la persona que lo consulta. Al sumar los tres valores obtiene la primera línea.
Si la suma da 6 (2 + 2 + 2) se denomina viejo yin, que se transforma en una línea negativa y se representa por el signo de X. Para formar el hexagrama se dibuja en este caso una línea quebrada.
Si la suma es 7 (2 + 3 + 2, o 3 + 2 + 2, o 2 + 2 + 3) se llama joven yang. Se trata de una línea positiva que no se considera para su interpretación individual. En el hexagrama se dibuja como una línea recta.
Si la suma es 8 (3 + 3 + 2, o 3 + 2 + 3, o 2 + 3 + 3) se denomina joven yin. Es una línea negativa que tampoco se considera para su lectura individual y que en el hexagrama toma la forma de una línea quebrada.
Si suma 9 (3 + 3 + 3) el resultado se denomina viejo yang. Se transforma en una línea positiva y se le asigna el símbolo de 0. Para dibujar el hexagrama se van trazando líneas rectas o cortadas. En este caso, como la línea es positiva debe dibujarse una línea recta.
Todo el procedimiento se repite cinco veces más, hasta obtener las seis líneas del hexagrama. Una vez obtenido, consultando el I Ching se busca la suerte que acompañada al resultado que hemos obtenido.
El método con monedas es más corto, ya que sólo se emplean tres monedas idénticas que son lanzadas al aire para obtener así las seis líneas del hexagrama.
La cara de la moneda se considera como ying y se le asigna valor 2. La cruz de la moneda se considera yang y se le da valor 3. Teniendo esto claro se van sumando y así resultan las seis líneas del hexagrama. Se llega a lo mismo que si se emplean las varillas, es decir, 6 es viejo yin, 7 joven yang, 8 joven yin y 9 viejo yang. Es decir, ambos métodos son equivalentes para saber qué suerte correremos en el futuro y cómo deberemos actuar para llegar a él.